Una vez me preguntaron si aseguraba el éxito de mis terapias… pues bien, me parece interesante explicároslo a todos.

Cada vez que trato a un caballo aplico todos los conocimientos que he adquirido hasta el momento, siempre buscando el bienestar y la salud del animal. Si bien, todavía me quedan cosas por aprender, todo lo que hago es con fundamento, y con resultados hasta ahora óptimos en mis pacientes.

El problema es que las sesiones dependen de más cosas… yo llego, libero tensiones, movilizo, procuro eliminar el dolor que tenga el animal, reviso el equipo por si hay algo que pueda crear molestia… en resumen: hago todo lo que tengo que hacer. Pero también dependo de otros factores:

El primero, que TODOS los caballos tengan la boca hecha, ya que, con una boca en mal estado, todo lo que yo intente arreglar no va a servir de nada, porque seguirá habiendo como poco molestia… Y después, que la mayoría de las veces “mando deberes” … Ya sean estiramientos después de trabajar, trabajo a la cuerda, o incluso modificar algo del entrenamiento (siempre hasta donde se me permita y le parezca bien al jinete y/o propietario, son recomendaciones). Si esas dos cosas no se llevan a cabo, es posible que, si el motivo de la consulta es por una molestia, un mal contacto o una falta de rendimiento, el caballo se note mejor los días después de la sesión, pero al poco vuelva a estar igual.

Por eso, mi trabajo intento hacerlo lo mejor posible, pero existen otros factores que influyen en el resultado de la terapia.

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