Imagina… Imagina que tu estado natural es en libertad, alimentándote de pasto fresco a todas horas, con la cabeza baja, pero siempre atento, pues eres una presa!

Imagina que vives con tu manada, socializando, viviendo…

Ahora imagina que siendo ese tu estado natural, vives en un box 23 horas al día y además, parte de tu alimentación es en comedero y la otra parte hierba seca, y tu acceso a ellos es limitado. Que te calzan unos zapatos de hierro en los pies y que aún encima, la hora del día que sales del box te ponen una montura que no se te ajusta bien y se te sube algo encima que además de peso sobre tu dorso está “conectado” con tu boca a través de un hierro… Y por último, imagina que con ese peso a mayores tienes que saltar bien alto, exagerar tus movimientos, o recorrer grandes distancias…

Es normal que aún en ausencia de lesión, haya pequeñas (o grandes, que a veces sorprenden) molestias en un animal que no vive en su manera más natural. Con esto no quiero decir que esté mal tener caballos, ni montar… yo soy la primera que disfruta con ellos, quiero destacar la importancia no solo de soltar a los caballos y de que socialicen sino también la función de profesionales como odontólogos, herradores, y en mi caso, fisioterapeutas. Cada uno con su función, contribuyen al bienestar del caballo, y con ello, a que tengan un buen rendimiento.